La preservación de la fertilidad frente al cáncer
En febrero se conmemora el día mundial contra el cáncer, por ello, durante ese mes organizamos una conversación fértil en la que abordamos esta enfermedad y las implicaciones de sus tratamientos en la fertilidad. En Fertilidad Integral, creemos que la información es clave para tomar decisiones libres y certeras, y en ocasiones en las que la posibilidad de lograr un embarazo se puede ver afectada –como en el caso del cáncer–, es indispensable. Esta conversación, que reunió a Yanín Chavarri –oncóloga especialista en cáncer de mama–, José Gutierrez –obstetra y biólogo de la reproducción–, María Altschuler –CEO de Fertilidad Integral– y Zadeth Melo –paciente que superó el cáncer–, es la prueba de que los horizontes médicos solo pueden expandirse cuando lxs expertxs escuchan lo que sus pacientes desean y necesitan; cuando la atención, además de ser individualizada, es empática y humana.
Desde el principio de la conversación, Yanín advirtió que el cáncer de mama es el más común en México. En los últimos años ha aumentado considerablemente el número de pacientes menores de 40 años que lo padecen; mujeres que, en muchos casos, aún no han tenido hijxs. Mujeres que, de no contar con la información necesaria, podrían perder la oportunidad de tenerlxs como consecuencia de las quimioterapias. Y es que, como asegura Yanín, los planes sobre la fertilidad no suelen ser el foco de atención después de un diagnóstico de cáncer. Como es lógico, ante una situación como esta, los esfuerzos tienden a estar enfocados hacia la búsqueda de vías y alternativas para preservar la vida. A partir del diagnóstico, todo se trata de definir qué tratamiento seguir y cuándo es el momento adecuado para comenzar.
Zadeth descubrió que tenía cáncer de mama a los 37 años. Aunque aún no sabía cuándo, tenía muy claro que quería tener hijxs. Sin embargo, ante una noticia como esta, sus planes fértiles pasaron a último lugar en su lista de prioridades. En sus palabras, «el enfoque era el cáncer, y todo lo demás quedaba fuera». En buena medida, esta reacción tenía que ver con que desconocía por completo que el tratamiento contra esta enfermedad podría tener efectos negativos en su fertilidad, y no sabía que existían alternativas para preservarla.
Afortunadamente su ginecólogo estaba un paso adelante. Así que, después de darle información sobre las posibles afectaciones de las quimioterapias en la ovulación y los ovarios, le sugirió el congelamiento como una opción para aumentar sus probabilidades de concebir en el futuro. Aún así, congelar no fue una decisión fácil de tomar. Por un lado, estaba el miedo de posponer el inicio de su tratamiento contra el cáncer y, por el otro, estaba ahí la insistencia de su familia de que «primero debía ver por su vida y después por todo lo demás». Con un millón de emociones de por medio y un límite de seis semanas para decidir si iba o no a congelar, finalmente decidió hacerlo. El acompañamiento psicológico fue, para Zadeth, una pieza clave para ganar fuerza y dar el siguiente paso.
José y Yanín comprendieron de inmediato el miedo al que Zadeth tuvo que enfrentarse, pues actuar rápidamente sí es de vital importancia en cualquier tratamiento contra el cáncer. Entonces, una decisión que normalmente puede analizarse con calma, para ella se convertía en una batalla contra el reloj. Pero, como reconocieron lxs especialistas, quizás ese miedo pudo haber disminuido si Zadeth hubiera sabido desde el principio que hay muchos caminos, que hoy existen opciones para evitar que los tratamientos hormonales del congelamiento estimulen el cáncer, que hay mujeres que después de la enfermedad pueden embarazarse sin tratamientos, que el congelamiento asegura las posibilidades en el futuro.
Aunque hoy Zadeth ya no tiene cáncer, continuará en tratamiento por cinco años más. A veces todavía se pregunta si para entonces sus deseos de ser madre seguirán vigentes, pero se siente orgullosa de haber tomado esa decisión, pues sabe que su posibilidad sigue estando ahí, que le debía eso a su yo del futuro. Ahí está la clave: para poder actuar con libertad es imprescindible contar con información que te permita decidir. Y, por eso, cuando una mujer pasa por el consultorio de Yanín, ella considera fundamental preguntar por sus planes y deseos fértiles. Porque, antes que personas con cáncer, sus pacientes son seres humanos que deberían de poder decidir sobre su cuerpo y su futuro. También, porque como dice Zadeth, «si el médico no lo hubiera sugerido, probablemente sus opciones habrían estado perdidas».
Esta conversación y la valentía de Zadeth nos recuerdan que debemos pensar en una medicina interdisciplinaria que visibilice y responda a las necesidades de lxs pacientes, porque eso puede hacer toda la diferencia. También nos exige continuar abriendo conversaciones porque entre más –y más pronto– lo hablemos, hay más probabilidades de que lxs pacientes sepan con qué opciones cuentan desde el principio. La voz de Zadeth nos sirve para reconocer los tabúes que todavía atraviesan de forma dolorosa procesos que, de por sí, ya lo son. Es un recordatorio de que, como sociedad, aún nos queda mucho que aprender; de que el mundo está cambiando y la medicina también. Su optimismo, junto a las estadísticas que demuestran que cada vez hay más personas que sobreviven a esta enfermedad, nos dejan un último mensaje: sí hay vida después del cáncer. Por eso, ahora tenemos la misión de pensar en qué podemos hacer para que, quienes están atravesando por este camino, tengan acceso a las opciones que necesitan para decidir y disfrutar su vida al máximo.